9 de febrero de 2012

Munich, veinte años guardando recuerdos

En 1990 Gorbachov recibió el Premio Nobel de la Paz e Irak invadió Kuwait, punto de partida para la actual política occidental de control de los recursos energéticos: el terrorismo de pleno derecho. El verano de aquel año yo descubría el Big Mac en Viena, saboreaba el auténtico chocolate suizo y vestía por las calles de Munich una camiseta de la selección alemana de fútbol que aún guardo con cariño.
Fue un viaje para descubrir y conocer muchos lugares, pero con el paso del tiempo nos damos cuenta de que sirvió para guardar recuerdos en un cofre que poder ir abriendo de vez en cuando, inesperadamente. Y tan intensos son que nunca nos hizo falta ver el vídeo que grabó la abuela aquellos días- nunca pudimos hacer acopio de tanta fuerza-, ni siquiera echar un vistazo a unas fotos a las que sólo dos décadas más tarde somos inmunes.
Veinte años después de aquel viaje volvimos a reencontrarnos con Munich, pero sobre todo con la Marienplatz, como si hubiese una fuerza superior que nos llevase hasta allí para recordarnos lo que somos. La ciudad seguía espléndida a orillas del río Isar, con ese aire de fresca libertad que da el verano y que los bávaros aprovechan haciendo correr la cerveza.
Porque las lágrimas no son malas compañeras cuando nos recuerdan a los que nos han hecho felices y ya no están, ahora sonreímos y rebosamos con los nuevos que han llegado para renovarnos las fuerzas.
Este post está dedicado a la memoria de mi padre, por mucho que pase el tiempo.

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