3 de marzo de 2013

Reforestando el río Francolí

En la vida hay muchas más de tres cosas que hacer, y por supuesto reforestar una ribera fluvial es una de ellas.
El Francolí es uno de tantos ríos mediterráneos: corto y con una cuenca hidrográfica encajonada entre el relieve abrupto de su nacimiento (las Montañas de Prades) y su desembocadura en Tarragona, alimentado por cauces intermitentes y con un régimen de lluvias característico del levante español, es decir, esporádicas y torrenciales concentradas en cortos periodos de tiempo.
Si a su cuenca baja le añadimos el encajonamiento del río, infraestructuras transversales, la ocupación y urbanización de suelos inundables y una salida al mar con un giro de 90º- todo ello con el sello sapiens-, el resultado es una bomba de relojería; otro río más provocando catástrofes gracias a nuestro saber hacer.
La última gran avenida tuvo lugar en 1994, con el cauce desbocado devastando los barrios más cercanos. La solución, en 2001, fue enclaustrar definitivamente el agua, eliminar un humedal que se había desarrollado en el último tramo, y crear equipamientos de ocio en sus márgenes, todo muy propio de ingenieros y arquitectos. Es bien sabido que podríamos disfrutar en las ciudades de esas mismas zonas al aire libre- y de mayor calidad ambiental y paisajística- sin necesidad de gastar tanto dinero y dejando a la naturaleza más libertad, lo que enriquecería y diversificaría los tramos fluviales (intervención hidrológica), pero es mejor sabido cómo le gusta a la administración pública llevar a cabo grandes proyectos que justifiquen sus votos a corto plazo (obra hidráulica).
Como igualmente debemos cuidar lo que tenemos, la Fundación Repsol y la Asociación Aurora habían organizado para ayer una plantada popular para ayudar a reforestar la ribera más próxima a la ciudad; y allí que fuimos. Ellos ponían las herramientas, el refrigerio y la ayuda, nosotros la ilusión y las energías. Gente joven, adulta, de la tercera edad, familias con niños (muchos), llegados a pie o en bicicleta; todos con ganas de aportar para que en el futuro este espacio sea más agradable y cercano, más río y menos hormigón. Lentiscos, aladiernos, ginestas y tarajes están ahora preparados para crecer.

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