31 de mayo de 2014

Polinizado y hundido

Los insectos necesitan a las plantas tanto como éstas los necesitan a ellos. Mientras los primeros se alimentan con el néctar de las angiospermas, las flores los rocían de polen para que en su camino, lejos o cerca, puedan fecundar los óvulos de otra flor, produciendo así más semillas y más frutos, y que el ciclo se repita una y otra vez.
Aunque muchos alérgicos lo odien, el polen es un elemento esencial en el planeta lleno de vida y color que conocemos hoy. Puede que no haya mucho romanticismo en este medio de reproducción, pero en parte gracias a él se ha producido la evolución, adaptación y supervivencia de numerosas especies desde mucho antes de nuestra presencia en este mundo. Un aval que cotiza por cientos de miles de años.

Estuve un rato observando a esta abeja, tan impregnada de polen en sus alas que no podía salir de este tulipán en Gante. La primavera le jugó una mala pasada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario